El teatro nació en Atenas, Grecia, entre los siglos V y VI a.C. Con la celebración de los ritos a Dionisio, Dios del vino y de la vegetación.
Estos rituales evolucionaron hacia el teatro en donde se representa a Dioniso y a varios personajes. Era tan trascendente esta ceremonia que cada una de las ciudades y colonias griegas más importantes contó con un teatro.
La tragedia, el drama satírico, la comedia y el mimo fueron los temas teatrales que se interpretaban, las dos primeras se consideraban las más civilizadas, las dos últimas se asociaban más con lo pagano y primitivo.
La Tragedia era una representación dramática y conmovedora que causaba pena, usualmente con desenlaces funestos, en este género los escritores griegos ESQUILO, SÓFOCLES y EURÍPIDES fueron los más representativos.
"Remontándonos a los orígenes del teatro, los ditirambos eran himnos que se entonaban en honor del dios del vino, y que tenían un estribillo que era entonado por un coro y respondido por el exarconte o corifeo, estableciéndose así un diálogo entre el coro y el primer actor, que a la postre dará lugar al teatro." José Manuel Seda.
“Dionisos o Baco, era el dios patrón de la agricultura y el teatro. También se le conocía como el “Libertador”, liberando al hombre de su “ser normal” a través de la locura, el éxtasis o el vino”.
Las fiestas dedicadas a Baco se celebraban en primavera y en septiembre con motivo de la vendimia y durante estas había música, procesiones, y se representaban comedias y tragedias, que previamente eran escogidas por altos funcionarios, y luego juzgadas por un jurado que otorgaba al poeta vencedor una corona de oro y laureles”.
El drama de la mitología Dionisiaca “El nacimiento de Dionisio o Baco es muy interesante"
La representación teatral de la vida de Dionisio, se representaba con un Drama.
"Baco hijo de Zeus y de la ninfa Sémele (hija de Cadmo y de Harmonía). Se tenían un gran amor y hacían grandes manifestaciones de su sentimientos, cosa que puso a Hera, una de las esposas de Zeus, tremendamente celosa.
Zeus se mostraba en plenitud y gloria en presencia de Sémele con sus manifestaciones de amor, quien le había prometido concederle lo que le pidiese, la cual le pidió que se mostrase rodeado de su atmósfera de rayos y truenos.
Sémele murió abrasada, quien estaba embarazada de Zeus, éste encerró a su hijo en su propio muslo hasta que naciera, para salvarlo.
Dionisio vino al mundo, naciendo del muslo de su padre. Zeus se lo confió a Hermes, quien posteriormente lo dejó en manos de Atamas, rey de Orchómenos, y de su segunda mujer, Ino, para que lo criaran y le vistieran como si fuera una niña, para engañar a Hera y librarse así de su cólera.
Pero la diosa los descubrió y en venganza volvió locos a Ino y de Atamas.
Ante esto Zeus se llevó a Dionisio fuera de Grecia, al país llamado Nisa y se lo confió a las ninfas. Para impedir que su mujer Hera le reconociese, le transformó en un cabritillo.
Las Ninfas que le criaron se convirtieron posteriormente, como recompensa a sus esfuerzos, en las siete estrellas de la constelación Híades (pleyades)”.
El Teatro llega a Roma
Para los romanos, las representaciones eran ludi; entretenimiento y diversión, lo mismo que el circo y el anfiteatro (ludi circenses frente a los ludi scaenici) en donde el vino estaba presente.
Vinculados al tiempo de otium en el que el teatro aparece relacionado con alguna divinidad -de forma que lo religioso y lo festivo se acaban mezclando en Roma de forma indiscriminada—, pero van pasando de un carácter religioso a otro más dramático, tomando cada vez más una naturaleza profana y puramente lúdica. En una sociedad que gusta de celebrar con pompa todo tipo de manifestaciones colectivas, —los rituales del “triunfo” de los generales victoriosos, o los funerales de los grandes personajes—, hacen su aparición en el teatro, aunque no fue el carácter principal del teatro en Roma, como lo fue en Grecia.
En la zona de la Mancha varios años después, en el Siglo de Oro en España, en donde hay decenas de obras teatrales que tenían de fondo al vino, como en el caso de Don Quijote. Cervantes bebía esos ricos caldos para inspirarse
“a bebedor fino, primero agua y luego vino” .
El vino compañero fiel e indisoluble de esa época en mesones y silos donde escritores de la talla de Lope de Vega, Quevedo, Tirso de Molina, Guillén de Castro, o Calderón de la Barca se reunían para beber vino y estimular sus sentidos.
“[…] Esto quita la tristeza del corazón, más que el oro y el coral; esto da esfuerzo al mozo y al viejo fuerza; pone color al descolorido, coraje al cobarde, al flojo diligencia; conforta los cerebros; saca el frío del estómago […]”
El vino suponía un sinónimo de “vida”, y así era demostrado por cada autor, en cada escena, conversación y acto, ya fueran loas, autos de fe, entremeses o sainetes.
Actualmente fundaciones del vino proponen actividades teatrales y artísticas en las que interviene el vino, como:
En las que se puede disfrutar con maestría de diferentes eventos relacionados con el teatro y el vino.
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