El vino no se puede comparar con ninguna otra bebida.
Tiene en sus raíces ancestrales y sobre todo un profundo significado en las religiones y el teatro .
Dionisos
El Dios Blanco del Vino, es una figura ancestral que trasciende más allá de una simple bebida. Sus raíces se hunden en la historia y están impregnadas de un profundo significado en las religiones y el teatro.
Hijo de Zeus y Sémele, Dionisos heredó de ellos atributos divinos y la capacidad de despertar la pasión en las mujeres. Como nieto de Harmonía, personifica la concordia y la armonía. De su abuelo Cadmo, adquiere los atributos relacionados con la agricultura, la fundición de metales y el arado.
Como bisnieto de Afrodita, posee una belleza cautivadora y encarna el amor erótico y sexual. Sin embargo, no debemos reducir a Dionisos a un simple borracho incitador de orgías, como a veces se pretende hacer.
Dionisos y el vino tienen un carácter ritual y un sentido trascendental. El vino es un medio para conectar con lo divino que todos llevamos dentro, una forma de alcanzar esa parte espiritual que nos habita.
Los egipcios fueron pioneros en la producción de vino, aunque inicialmente estaba reservado solo para los faraones, mientras que el pueblo común bebía cerveza.
A lo largo de la historia, el vino ha sobrevivido a los abusos y ha mantenido su importancia en la religión. Incluso en la actualidad, la Iglesia Católica lo utiliza en la transubstanciación durante la misa.
Esta dimensión mística puede rastrearse en la relación de Dionisos con Perséfone, con quien se cree que pudo haber tenido un vínculo filial. Perséfone era una diosa y doncella del inframundo, la reina de los muertos y los misterios eleusinos, así como la diosa de los héroes..
Perséfone era diosa y doncella del inframundo, reina de los muertos y de los misterios eleusinos, así como diosa de los héroes.
Los misterios eleusinos eran ritos de iniciación y adoración que se guardaban en secreto y solo se revelaban a los iniciados, quienes se prometían poderes divinos y recompensas en la otra vida.
Si Dionisos era hijo de Perséfone, también estaría relacionado con la agricultura y la fertilidad, atributos que podría haber heredado de su abuela Deméter. Según la mitología, Deméter dejó la tierra desatendida en su búsqueda de su hija Perséfone, lo que provocó el primer invierno. Sin embargo, en primavera, Deméter regresó junto a su hija, devolviendo la fertilidad a la tierra.
De ahí que los bacanales se celebraran en primavera, en asociación con la cosecha y el sexo. Estos rituales son precursores del carnaval, cuyo nombre en latín vulgar significa "abandonar la carne".
En la Roma antigua, se adoptaron los ritos primaverales de Dionisos, conocido como Baco en Roma. Estas festividades, conocidas como Bacanales, se realizaban en secreto y estaban dedicadas a la tierra, por lo que solo eran accesibles para las mujeres. Estas celebraciones tenían lugar en la arboleda de Simila, cerca del monte Aventino, los días 16 y 17 de marzo. Durante el ritual
Los primitivos rituales eran secretos y se realizaban por las sacerdotisas o Bacantes, era un ritual dedicado a la tierra, por lo que sólo lo era para mujeres. Este culto procedía del culto original del dios Pan.
En la arboleda de Simila, cerca del monte Aventino se reunían para la celebración los días 16 y 17 de marzo. En ese lugar se levantaba un altar, el cual adornaban con pan, frutos de la tierra y mucho vino.
Las bacantes se embriagaban con vino, hasta que alguna pudiera conectar con esa parte espiritual de la naturaleza para que les diera una profecía y saber lo que les deparaba el año próximo.
El ritual era una celebración en donde había música, danza y se realizaba la escenificación de los dioses que participaban en el ritual para recordar sus hechos y hazañas.
Las jóvenes novicias bacantes representaban a las ninfas del bosque, perseguidas por un juguetón fauno, el Dios del Pan al son de la siringa o flauta de Pan.
Pero los Bacanales se siguieron celebrando y ante la imposibilidad de evitar que sus mujeres se embriagaran, ellos empezaron a entrometerse en el ritual, disfrazados de faunos con máscaras, acaban borrachos y participando en largas orgias.
Según la mitología, los antiguos Titanes atrajeron al pequeño Dionisos con brillantes juguetes para matarlo. Fue descuartizado, cocido y comido. Zeus se da cuenta y fulmina con su rayo a los Titanes, pero como el corazón de Dionisos no había sido devorado, lo pudo resucitar.
De las cenizas de los Titanes y la tierra surgen los humanos, con un componente titánico y otro dionisiaco, arrastrando algo de la culpa de la muerte del Dios, por lo que deben purificarse evitando derramar la sangre de hombres y animales, para que al final de su existencia, su alma sea liberada del cuerpo y regrese al mundo divino de donde procede.
Según Heródoto, Zeus lleva a Dionisos resucitado ante Nisa para que lo cuide en la tierras de Etiopía, allende Egipto.
Otras fuentes griegas dicen que el mito llegó de Anatolia o de Arabia según Diodoro Sículo. Pero hay más, se puede creer que el culto, con otro nombre, pudo llegar de Creta Minoica. Sin embargo, el culto o parte de este fue integrado en el gnosticismo primitivo.
Sea como fuera, este culto pagano era ritualizado en forma de teatro , en donde se interpretaban a los dioses, sátiros, ninfas y silenos (borrachos), se bebía vino y se realizaban orgías.
El catolicismo en sus inicios lo prohibió, porque según esto volvía necios y alegres a los hombres, haciéndolos irresponsables de sus deberes. Como era un ritual femenino impulsado por mujeres, fue a estas a las que se atacó como provocadoras y brujas.
Pero como siempre, cuando algo se reprime es cuando menos se respeta, por lo que al ver que no era posible detenerlo, el catolicismo lo integró a su culto en la misa, cambiando algunos elementos que perviven hasta la fecha.
El vino es un elemento espiritual y de transubstanciación, que ha trascendido a las ideas, cultos y religiones, por eso el vino no es como ninguna otra bebida.
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